La reciente película Cónclave, dirigida por Edward Berger y protagonizada por Ralph Fiennes, llega en un momento donde la ficción y la realidad parecen estrecharse de forma inquietante. Basada en la novela homónima de Robert Harris, la trama nos sitúa en la intimidad cerrada del Vaticano, justo después de la muerte de un Papa, mientras los cardenales del mundo se congregan en Roma para elegir a su sucesor.
Aunque Cónclave no busca retratar a ningún pontífice específico, es inevitable que, en el imaginario colectivo, la figura del papa Francisco —con su perfil reformista y sus tensiones internas con sectores conservadores de la Iglesia— se proyecte en la narrativa. El film, estrenado en un contexto donde los rumores sobre la salud del Papa circulan con frecuencia, sirve como una provocadora meditación sobre el poder, la fe y los secretos del Vaticano.
La película destaca por su tratamiento sobrio y claustrofóbico, situando al espectador en los pasillos cargados de historia, donde las decisiones que se toman tras puertas cerradas moldean el rumbo espiritual de más de mil millones de fieles. En ese marco, el protagonista, el cardenal Lomeli (Fiennes), debe navegar entre ambiciones personales, revelaciones explosivas y el peso de una institución anclada en el tiempo.
En un contexto hipotético donde el papa Francisco hubiera fallecido recientemente —tras más de una década marcada por reformas, escándalos internos y gestos de humildad inéditos— Cónclave funcionaría como una cápsula de reflexión: ¿qué Iglesia deja Francisco? ¿Qué dirección tomará su sucesor? ¿Será posible una continuidad progresista o se impondrá un giro conservador, como el que la película insinúa en su conflicto central?
Más allá de las coincidencias temporales, Cónclave nos recuerda que la Iglesia católica no solo es un cuerpo espiritual, sino también un organismo político, donde las luchas internas y los silencios pesan tanto como las homilías públicas. Y si bien el film se mueve en el terreno de la ficción, su mirada inquisitiva nos invita a pensar en el futuro del Vaticano con una mezcla de inquietud y esperanza.
Chirizola Facundo. Director de Teatro.Pedagogo.Gestor Educativo.
viernes, 2 de mayo de 2025
La Iglesia, el Cine y el Futuro
Publicado por Walter Mackay en 9:07:00