Invitado por la
Biblioteca “Domingo F. Sarmiento”, el escritor Sergio Olguín visitó días atrás
nuestra ciudad.
Encuentros con alumnos de escuelas secundarias, un taller
para interesados en aprender cómo escribir policiales y una charla para todo
público, fueron algunas de las actividades que lo tuvieron como protagonista en
dos días cargados de anécdotas, personajes e inolvidables momentos de humor.
El
camino del escritor
Sergio
Olguín nació en Lanús, provincia de Buenos Aires, en 1967. Cuando terminó el
secundario estudió durante algunos años la carrera de Letras en la UBA, pero
decidió abandonar y seguir su camino de búsqueda literaria de forma autodidacta
y voraz, como lo venía haciendo desde la adolescencia.
Sin una
biblioteca en su casa ni nadie que le indicara qué leer (o que debía hacerlo),
Olguín empezó de chico con las historietas de la época -“Larguirucho”, entre
ellas-, revistas deportivas, de chimentos y cualquier material que encontrara en
la mesa del living. Luego, a los 12 o 13, llegarían Camus, Sábato, Kafka y
Piglia. Por aquellos años, el joven Olguín había descubierto la revista “Humor”:
“’Humor’ tenía una sección cultural en la que escribía Juan Sasturain. A él le
debo haber conocido de tan chico a monstruos de la literatura a los que de otro
modo no hubiera tenido acceso hasta mucho tiempo después”.
Los libros
llegaban a la casa de los Olguín, en el Conurbano, gracias al Círculo de
Lectores y su venta por catálogo, o a los viajes literarios de Sergio hacia la
Capital para comprar obras como El
extranjero de Albert Camus o Respiración
artificial de Piglia.
Esas primeras lecturas, intuitivas y caóticas, hoy lo llevan
a afirmar que “no hay libros obligatorios; si no te gusta un texto, lo tenés
que abandonar”.
Aunque su novela iniciática -e inédita- (Lobo, mi buen amigo, en homenaje a un perro que hacía honor a su
nombre) fue escrita con apenas 11 años, no fue sino hasta 1998 cuando publicó
su primer libro de cuentos -“Las griegas”- y cuatro años más tarde Lanús, su primera (o segunda) novela, una
suerte de autobiografía de infancia.
Antes de dedicarse de lleno a la literatura, Sergio Olguín transitó
el periodismo cultural en diarios como Página/12
o Crítica, y en las revistas V de Vian y El amante, dos publicaciones que lo tuvieron desde el comienzo
entre sus filas. Con los años, la escritura y la edición fueron ocupando más
espacio en su vida y hoy, además de publicar, es editor en la revista cultural Lamujerdemivida.
De
la realidad a la ficción
En Olguín,
la literatura, el cine, el periodismo y el fútbol (es hincha fanático de Boca) son
mundos que se encuentran y confluyen cuando se sienta a escribir. “Yo robo
mucho -dice. Me gusta tomar cosas del cine, de la literatura. Creo que así la
cultura se refuncionaliza y continúa”.
Sus dos narraciones
juveniles -El equipo de los sueños y Springfield- tienen banda de sonido
propia con Los Redondos tocando de fondo y partidos de fútbol por doquier, y Oscura monótona sangre (ganadora del
Premio Tusquets de Novela en 2009) reconoce en su esencia el legado de George
Simenon, uno de los escritores preferidos por Olguín.
Actualmente, con una nueva novela en proceso, el autor de La fragilidad de los cuerpos sostiene:
“Nunca llega la inspiración, hay que sentarse a escribir. En mi caso, en
general, son las noticias policiales que salen en los diarios las que se
convierten en un punto de partida desde donde empezar”. Y agrega con amplia
sonrisa: “Justo antes de venir para Villegas dejé a un personaje subido a un bote
en medio del río. Ahora, cuando vuelva a casa, tengo que pensar cómo matarlo.”
Sergio Olguín ya está de
vuelta en su casa del barrio porteño de San Cristóbal haciendo lo que mejor
sabe hacer. En la Biblioteca, en tanto, comienzan a prepararse para recibir a
la última escritora que los visitará este año: el 6 y 7 de noviembre estará
llegando Mariana Enríquez con el suspenso y el terror de sus cuentos.