viernes, 12 de marzo de 2010

Villeguense repara el histórico reloj de la Universidad de La Plata

Corría 1895 y La Plata tenía 13 jóvenes años. Julio Argentino Roca era el presidente del país y Dardo Rocha gobernaba la ciudad. Por las calles iluminadas a lámparas con querosene circulaban los tranvías a caballo y los 6.846 habitantes asistían al nacimiento de una ciudad imponente.
Hacía pocos años que se habían inaugurado el edificio municipal y la Casa de Gobierno, la incipiente Universidad albergaba a sus primeros estudiantes (ver aparte) y varios edificios mostraban sus flamantes relojes monumentales, símbolo de la época, en su mayoría traídos de Europa.
Desde 1884 que funcionaba el de la iglesia San Ponciano; y en 1895 comenzó a marcar la hora el emblemático reloj del Banco Hipotecario Nacional.
Cabe recordar que por esos años el Banco Hipotecario funcionaba en el edificio donde en la actualidad se ubica el Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata.
Mucho más acá en el tiempo, un desperfecto técnico hizo que sus engranajes dejaran de marcar el tiempo durante veinte años. Javier Ahumada, uno de los pocos relojeros monumentales que existen en el país, hizo que las agujas volvieran a marcar el ritmo de vida platense.
“Cuando estuve ante la máquina quedé sorprendido de ver reliquia semejante con tanta historia sobre sus engranajes. Muchas manos han pasado y dejaron buenos y malos tratos”, cuenta a Hoy.Agrega que la campana del reloj “aún conserva la leyenda Banco Hipotecario 1895”.
El reloj se encuentra en un altillo construido en madera de pinotea y, según el relojero, posee “una arquitectura increíble”. Traído de Alemania en los primeros años fundacionales, la fabulosa máquina tiene engranajes de bronce y acero, una marcha impulsada por dos contrapesos de 40 kilos cada uno y posee una sonería de acción cada media hora. Durante 15 días, Ahumada trabajó para que toda esa maquinaria vuelva a funcionar como hace 115 años atrás.
“Recuperé su máquina, sonería, agujas y números. Iluminé su esfera y puse en condiciones la sala de máquinas”, detalla. Si bien todavía hace falta un par de ajustes para lograr una sincronización perfecta, “el que esté funcionando es un gran orgullo para toda la ciudad".