En Blondi, Dolores Fonzi debuta como directora con una propuesta que, lejos de escandalizar, interpela desde lo cotidiano: ¿qué sucede cuando los vínculos familiares se viven desde la libertad, sin necesidad de seguir el molde tradicional?
La película sigue la vida de Blondi (Fonzi), una madre joven y desprejuiciada que vive con su hijo adolescente Mirko (Toto Rovito) en una relación que desafía las categorías convencionales. Se comportan casi como amigos: comparten música, porros, salidas y hasta fiestas. La primera capa de lectura puede hacernos pensar que Blondi plantea una suerte de inversión de roles, donde la madre parece más adolescente que el hijo. Sin embargo, la dimensión narrativa de la película nos lleva más lejos.
La estructura narrativa de Blondi escapa al típico conflicto dramático clásico. No hay antagonistas evidentes ni una transformación radical de los personajes. La tensión se construye más en los gestos y las elecciones íntimas que en grandes giros argumentales. La historia fluye de forma casi episódica, con escenas que retratan momentos de la vida cotidiana, despojadas de juicio y con un tono que mezcla el humor indie con la ternura generacional.Fonzi evita imponer una moraleja. Más bien, sugiere: ¿por qué una madre no podría ser también una amiga? ¿Qué implica ser una "buena madre" en el siglo XXI? A través de un relato cálido, descontracturado y profundamente humano, la directora desarma estereotipos sin necesidad de panfletos.
Chirizola Facundo
jueves, 22 de mayo de 2025
“Blondi”: Marihuana, maternidad libre y el vínculo que desarma moldes
Publicado por Walter Mackay en 10:18:00