jueves, 16 de agosto de 2012

Palabras de despedida a Nelly Ortea



Nelly en una publicación del Villegas Ilustrado

Así se presentaba ella: como la maestra de 6to grado que Manuel Puig había tenido en la escuela 17, en su último año de estudios en Villegas. Antes habían sido amigos y habían compartido idas al cine y tardes de recortes de revistas de la época.
Esa cercanía que dan los pueblos y madres amigas los habían puesto a la par, a pesar de los 9 años de edad que los separaban; por eso Nelly podía dar fe de los silencios a la hora de la siesta, la colección de artistas de Coco, como lo llamaban ella y quienes lo conocieron en sus primeros años, lo impecable de su figura, los intereses que tenía y que lo diferenciaban de los demás chicos.
Nelly y Jorge, su marido, no dudaban en abrirnos sus puertas y poner a disposición todo el material que tuvieran para que pudiéramos armar la vida del escritor y la época que le había tocado vivir en su niñez. Cuando algún periodista llamaba o algún documentalista se acercaba al lugar, la casa frente a la plaza San Martín era una parada obligada. Sus anfitriones se desarmaban en atenciones y era un placer escucharlos evocar y reconstruir toda esa época, retratada de algún modo en las dos primeras novelas del autor.

Alumnos de 6to grado, Manuel
 Puig es el primero de la izquierda

Me tocó conocerlos ya abuelos, con esa sabiduría que dan los años, no exenta de reflexión y autocrítica. Jorge se lamentaba de las fumigaciones que habían exterminado a las pobres lechucitas y Nelly revisaba los vínculos sociales de los que había formado parte. Amables, comunicativos, por momentos muy divertidos, tenían esa voz y ese relato que tanto había cautivado a Puig, y se superponían uno al otro a la hora de contar.
Nelly nos hacía listas de las películas que probablemente habían compartido y de las canciones que solían escuchar en aquellos tiempos. Y por esa libertad que dan los años, recordaba sin filtro situaciones y datos que tiempo atrás había preferido callar. Por eso era un gusto cada encuentro, porque siempre había algo nuevo y jugoso para compartir.

Nelly con alumnos
Los imagino ahora, en el reencuentro, felices de comprobar que tienen toda la eternidad para reconstruir, las veces que deseen, un tiempo que sigue narrándonos.

Patricia Bargero