domingo, 15 de enero de 2012

Presente acuciante, futuro posible

Nota por la Villeguense Marina Eguren publicada por Diario La Nación el Sábado 14 de Enero
Cuando escribía esta nota, encontré otra que desarrollé para este suplemento el sábado 3 de noviembre de 2001 relacionada con los efectos de inundación que en ese momento nos tenía en jaque. Asociar estos dos momentos y ver cómo una persona, un sector productivo y una comunidad responde frente a fenómenos climáticos es una buena forma de desplegar y comprender los procesos emocionales y psicológicos individuales, grupales y sociales asociados a ellos.
Las personas estamos preparadas, en mayor o menor medida, para responder a las situaciones con las que nos toca enfrentarnos en el devenir de nuestra vida. Más creativos, intuitivos, más rígidos o flexibles que otros, cada uno intenta a su manera sortear las complicaciones que presenta la vida. Y la modalidad con la que cada uno enfrenta las crisis, es una forma o estilo histórico que se forma a lo largo de la vida de una persona, y frente a esto los fenómenos externos son sólo disparadores.
Pero cuando las situaciones externas son tan extremas, como esta tremenda sequía que nos aqueja, (frente a la cual las lluvias de esta semana trajeron un pequeño respiro) aparece una demanda extra de esfuerzo físico, económico y psíquico.
Una crisis es un punto de la situación donde los elementos con que contamos para resolverla y antes nos daban resultados, ya no nos sirven más. Esto es así de terminante. Las herramientas técnicas o intelectuales que poseemos resultan obsoletas. Algo ya no es como siempre. De la habilidad y plasticidad para ver esto y de la búsqueda de nuevas herramientas dependerá que la crisis se resuelva o perpetúe, que sea una oportunidad o una condena. Y esto exige el compromiso de entidades públicas y privadas pensando soluciones en conjunto.
Frente a las crisis, lo que sostiene la vida son los proyectos. Porque los proyectos nos permiten entender que más allá de un presente acuciante hay un futuro posible. Introducen la noción de esperanza, tan vital en el desarrollo emocional.
Existe un nuevo concepto teórico denominado "dimensión territorial" que significa ampliar el concepto de productor tradicional, incluyendo en el análisis la dimensión social donde los procesos se desarrollan.
Y a partir de ahí surge la noción sociológica de "nueva ruralidad" abarcando a los productores específicos, y además a toda una comunidad que se sostiene en relación a la tarea agropecuaria, incluyendo áreas que antes no se consideraban rurales. Y empiezan a tomar protagonismo actores sociales nuevos que construyen una red mucho más amplia y abarcativa. Y ahí se espera más del sector agropecuario. Porque se espera que en su accionar incluyan a toda esta red.
Sólo desde la comprensión de esta nueva dimensión inclusiva, es posible dimensionar lo que en una comunidad produce este fenómeno climático que nos afecta. Pasa a ser una preocupación común, porque nos involucra a todos, y sólo de una mirada que nos incluye a todos es posible pensar soluciones.
Esto, traducido al lenguaje corriente, significaría una comunidad que en su totalidad aprendió a mirar el cielo. Esperando en esta ocasión la lluvia aliviadora.
La autora es psicóloga .