A 50 años de “La Noche de los Bastones Largos”

La noche del 29 de julio de 1966 no fue una más en la Argentina. Miles de profesores, graduados y estudiantes universitarios estuvieron dispuestos a defender la educación y la autonomía de las universidades públicas. El entonces rector de la UBA, Ingeniero Hilario Fernández Long hizo un llamado a no reconocer ningún otro gobierno que no sea el que había sido elegido por los estatutos y que se comprometan a mantener vivo el espíritu que haga posible el restablecimiento de la democracia. Ni bien derrocado el Presidente Arturo Illia, los militares decretaron intervenir las facultades y ordenó a la Policía Federal que ingresara a la fuerza para dispersar a quienes estaban en las Facultades de Filosofía y Letras, Ciencias Exactas y Naturales, defendiendo sus derechos. Se detuvo a mas de 300 personas, hubo cientos de heridos, se desmantelaron equipos de trabajos y laboratorios, hasta se destruyó a “Clementina” el proyecto de lo que sería la primera computadora de América Latina. Luego de esa trágica noche, hubo renuncias y despidos masivos, que llevó a una fuga de cerebros que repercutió durante décadas en la educación y el progreso científico del país. Por ejemplo el químico argentino, nacionalizado británico, César Milstein, ganó el Premio Nobel de Medicina en 1984, fue uno de los tantos que decidió emigrar del país luego del ataque sufrido hace 50 años. Fueron 1378 los profesores que renunciaron, 215 científicos se fueron del país, por eso creo que esa trágica noche, la investigación científica nacional se cubrió de oscuridad.
Más allá del dolor que generó este acto cobarde de la dictadura, recuerdo con orgullo a quienes valientemente resistieron el autoritarismo y la ilegalidad, custodiando nuestras universidades. Por eso también me pone contenta que en la sesión del 7 de julio pasado, se aprobara el Proyecto de Declaración que presenté en repudio y condena a la brutal represión sufrida por estudiantes, graduados y profesores de la Universidad de Buenos Aires.