jueves, 7 de julio de 2016

200 años después, el desafío es volver a ser protagonista de la historia

Muchas veces hablamos de nuestra independencia sin detenernos a reflexionar sobre qué significa ser independientes.
Significa que dependemos de nosotros mismos, que nuestro futuro está ni más ni menos que en nuestras propias manos. 200 años desde que, en la querida provincia de Tucumán, un grupo de personas tomó la decisión de unirse para construir algo nuevo para este continente.
Eran los representantes de pueblos distintos y diversos, pero tenían mucho en común: la vocación de vivir en unión y libertad y el sueño de un futuro mejor. Lo que los unía del pasado, era una monarquía lejana y en problemas. Lo que tenían por delante, era una nueva nación.
La historia de nuestro país es la historia de personas como cualquiera de nosotros, nuestros amigos o nuestra familia que, al unirse, logran cosas extraordinarias. Hoy, millones de argentinos manifestamos nuestra vocación de construir juntos, desde esa diversidad que nos caracteriza y nos enriquece, la Argentina que soñamos para nuestros hijos y nietos.
Dependemos de nosotros mismos, de nuestros talentos, de nuestros valores y de nuestra participación. Comienzan nuestros próximos 200 años y está en nuestras manos la posibilidad de ser esa generación que escriba el capítulo más próspero de nuestra historia, para hacer un país unido, generoso, pujante, que confía en su gente y en sus capacidades, donde todos crecen a la par.
Juntos, podemos lograr todo lo que nos propongamos. Porque unidos somos más. La tarea continúa con otros contenidos, otras exigencias y otros desafíos, pero es un mismo ideal el que nos impulsa: el de seguir aprendiendo a afianzar y ensanchar nuestra independencia, conquistándola cada día un poco más y aprendiendo a ser mejores argentinos.
La independencia es fruto del esfuerzo y trabajo coordinado. No hay superhéroes, solo ciudadanos comprometidos que se unieron para expresar la voluntad de su tiempo. Cuando los argentinos nos pusimos de acuerdo, nos fue mejor. Para ser felices hay que lograr hacer realidad dos palabras, la independencia definitiva y la igualdad.
Lo que festejamos el 9 de julio, en definitiva, es tomar conciencia que nosotros debemos ser protagonistas de aquellos sueños acunados en mayo de 1810 y julio de 1816.
Hay que pelear por nuestros sueños, porque los únicos sueños que se pierden son los que se abandonan.
200 años después, el desafío es volver a ser protagonista de la historia.

BLOQUE CONCEJALES FRENTE RENOVADOR GENERAL VILLEGAS