Dr. Manuel Rodríguez. Médico cirujano. Círculo Médico de General Villegas.
Manuel Rodríguez es cirujano y socio del Círculo Médico de General Villegas. Estudio medicina en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y trabajó en el hospital de Clínicas. Luego, junto a su familia, volvió al pueblo natal.
¿Cómo nace su vocación por esta especialidad?
La vocación es una construcción, cuando uno analiza las inclinaciones divide sus gustos en las biológicas, humanísticas o ciencias duras, en mi caso y dentro de las biológicas elegí la de médico cirujano como otros optan por la odontología o veterinaria. Mi vocación la fui edificando de a poco, por supuesto que si uno elige ser arqueólogo este análisis no va.
¿Qué es la cirugía?
La cirugía es la forma más contundente de ejercer la medicina, por el daño que puede producir. Nos enseña con qué facilidad nos equivocamos.
Transitemos el paso del estudiante al profesional…
Ingresé a la facultad en 1960, me recibí en 1966.
A partir del tercer año como se hacía en esa época y para adquirir conocimientos fui practicante en el Hospital Argerich; posteriormente ingresé a la primera cátedra de cirugía, luego a la residencia y posteriormente en 1972 completé la jefatura de residentes en el viejo Hospital de Clínicas (convertido hoy en una plaza) y el último año en el actual Hospital.
¿Recuerdos de aquel viejo Clínicas?
Muchos, muy buenos y otros no tanto. Entre los buenos un equipo notable de docentes y no te exagero con esta figura: hasta sus paredes enseñaban. Uno sabía que por esos pasillos descascarados caminaron haciendo sus residencias médicas e investigaciones. Los doctores Bernardo Houssay, Federico Leloir y César Milstein. Entre los lamentables: los magros presupuestos asignados y el deterioro edilicio que también alcanzó a otras dependencias de la Universidad Nacional de Buenos Aires como el Hospital Roffo, emblema de la oncología argentina.
Manuel Rodríguez nació en Villegas. Al igual que el locutor Antonio Carrizo y el novelista Manuel Puig.
¿Porque volvió a Villegas?
Fue en 1972. Fueron 13 años de vivir en Buenos Aires. Al momento de recibirme (1966) el Presidente de la Nación era Onganía. Vi emigrar científicos. Eran años de altísima inestabilidad política, luego apareció la guerrilla y el Cordobazo. Con mi mujer (porteña y profesora de francés e historia) y dos hijas, decidimos alejarnos de tanta conflictividad e instalarnos en mi pueblo. Afortunadamente ella se adaptó al medio y tuvimos un varón que se dedica a la música. Sus hermanas mayores son licenciadas en psicología y psicopedagogía.
¿Cuál fue su primer trabajo?
Fui el primer médico con título de residente en Villegas. Comencé trabajando en el ámbito privado, en la Clínica Modelo y haciendo cirugía en el Hospital, donde durante 30 años ejercí la jefatura del servicio, tratando siempre que la cirugía de nuestra zona fuera confiable. Junto a otros colegas hemos mantenido nuestro entrenamiento asistiendo a cursos y congresos que organiza nuestro Hospital madre, el Clínicas.
La revolución tecnológica facilitó en los últimos años nuestra formación. Algo que no quiero dejar pasar y que para mí ha sido de particular interés es el desarrollo de la llamada cirugía en áreas urbano-rurales. Fui delegado por la Asociación Argentina de Cirugía al Congreso realizado en Uruguay donde se debatió la cirugía en ciudades con menos de 50.000 habitantes.
¿Cómo es su actual ritmo de trabajo?
Mucho más atenuado y lo hago en una clínica privada. Reparto parte de mi tiempo jugando al tenis que según dicen se puede practicar hasta los 80 años.
¿Los cambios en la profesión han sido muchos y desde su experiencia cuales han sido los más notorios?
Mi generación ha presenciado el gerenciamiento de la medicina. Si bien no lo considero negativo, creo que no debería regularse por las leyes del mercado. No se debiera aplicar el “standard” de los negocios. La empresa frena el uso de los recursos, cambiando el status del enfermo de paciente a cliente. Han cambiado varios paradigmas a lo largo de estos 50 años.
¿Por ejemplo?
Cambió el lugar del médico en la cultura. Antes había una relación autoritaria. Poseer un saber sobre las enfermedades y la muerte establecía una relación médico paciente asimétrica. Ese saber es sometido ahora a cuestionamientos e interpretaciones que van desde lo religioso a lo político y es notoria la nivelación producida.
¿Qué beneficios produjo el avance de la tecnología?
Muchísimos. Algunos llamativamente contradictorios como la explosión de la cirugía de la obesidad (Bariátrica) en un mundo donde la tercera parte de la población pasa hambre. Otro es la irrupción en el proceso quirúrgico de la tecnología en imágenes, la incursión de la laparoscopía y la robótica que reemplaza a la cirugía abierta aunque se abre un debate nuevo ya que en el último congreso mundial uno de los temas centrales fue volver a enseñar cirugía abierta. También presenciamos la instalación de la sociedad de consumo que es un mal argentino. La ostentación, donde el tener es la prioridad y con la necesidad del consumo de psicofármacos nos encontramos con un cambio en el esquema tradicional, donde un vector (mosquito, ratón, parásito) llevando un agente, enferma un huésped y asistimos a que el vector sea la cultura (así aparece el sida-hepatitis, desconocidos para nosotros en nuestra iniciación como médicos), es la cultura de la droga, del alcohol y de la promiscuidad.
¿Son las denominadas enfermedades sociales?
Así es. Estamos asistiendo también a otras graves enfermedades sociales como los accidentes que mutan de la casualidad hasta la causalidad y que ocasionan muerte y discapacidad con enormes costos para el país.
¿Cuánto falta para el retiro?
El retiro ha sido motivo de numerosos artículos de publicaciones médicas. Termina siendo una decisión personal donde juega la discapacidad.
¿Alguna vez le dieron algo que jamás olvido?
Al comunicarle mi intención de volver a Villegas me dejo una definición perfecta que le cabe a todos los colegas de ciudades no metropolitanas: “Ustedes en esos lugares no son cirujanos en el pleno sentido de la palabra. Son médicos que operan”.
¿Qué balance hace tras 50 años de médico?
La profesión fue generosa conmigo. Tengo una buena calidad de vida. Con mi mujer pudimos sostener una familia y conocer el mundo.
Yo como tantos procuró tener una conducta moral, actitud de servicio y por sobre todo no subordinar los intereses propios por los de la gente. Pero en estas ciudades el veredicto final, el juez de nuestras acciones es la gente y a ella me someto.
Reportaje. César Mc Cubrey. Para FEMEBA HOY, edición digital.
Edición. Gabriel Negri. Tomás Malato.
domingo, 7 de mayo de 2017
Entrevista al Dr Manuel Rodriguez por la Federación Médica de la Provincia de Buenos Aires
Publicado por Walter Mackay en 0:25:00