La fantasía es un terreno fértil en el desarrollo del individuo. Es un motor creativo, una herramienta evolutiva imprescindible. Pero también puede convertirse en una trampa mortal si no se trasciende o se transforma.No se puede jugar con la ilusión de un niño. Cuando un niño pregunta: "¿Cuándo vamos a jugar?", la respuesta suele ser ambigua: "Después". Pero ¿después de cuándo? ¿En una hora? ¿En diez minutos? ¿Mañana? A veces, "después”, puede ser nunca.
Con el tiempo, la conciencia nos obliga a matar ciertas fantasías. Descreemos de nosotros mismos como descreemos de los mitos populares. Sin embargo, en el teatro, la conciencia es creativa: el tiempo y la fantasía no responden a un patrón determinado. En escena, podemos perpetuar lo imposible. Se puede matar a los propios padres en un acto parricida ficticio y ser condenado por el público a una imagen inamovible y perpetua matar la fantasía para que nazca la obra.
Chirizola Facundo Director de Teatro Pedagogo Gestor Educativo.