
Alrededor de 300
chicos y 100 adultos circularon a lo largo de la tarde, que ofreció
variadísimas opciones y entretenimientos: mientras unos hacían cola para
disfrutar del castillo inflable, otros participaban en las rondas y juegos
grupales, unos se acercaban a los tablones donde los esperaban hojas y ceras de
colores para pintar, otros se tiraban en las alfombras a mirar libros, se
acercaban a fabricar los títeres de papel o a la rueda de trucos y malabares
montada cerca del cierre.
Mientras las actividades se iban desarrollando, el equipo encargado de la cocina preparaba ollas de chocolate caliente y se encargaba de repartirlo con alfajores, galletitas y golosinas.
Hubo varias
constantes: el sol que templó la tarde, la risa que coreó todas las
actividades, las ganas de estar y de ser parte. El viento tampoco quiso estar
ausente y si bien a veces alteraba las formas de los títeres, volaba las clavas
del malabarista o aumentaba el fuego de las antorchas, pasó desapercibido para
los chicos que no se movieron hasta que la última actividad estuvo terminada.
La de este
domingo es la primera jornada de una serie que tendrá lugar los diferentes
domingos de agosto, salvo el de las elecciones, en diversos barrios de la
ciudad, y que tienen como finalidad acompañar a las familias que viven más alejadas. Satragno
evaluó la actividad resaltando: “Compartir
una tarde y juntarnos con tantos chicos y familias nos llena de felicidad y es
una inyección anímica muy fuerte para seguir militando con más ganas que
nunca”.