

Con la idea de enriquecer la enseñanza del deporte (que suele limitarse
al entrenamiento físico) y ofrecerles a sus alumnos otras actividades que
completaran su formación, fue que pensó en los cuentos. “El boxeo es un deporte
y un arte -sostiene Kaíto. Yo los estoy formando para que sean boxeadores y
también artistas. Busco que se formen como personas dentro del contexto amplio
que los rodea. Convocar a la
Biblioteca y en particular a las narradoras tiene que ver con
eso. Escuchar historias les da la posibilidad de pensar, soñar. Les enseña a
reflexionar, a concentrarse y a comunicarse mejor con los otros. Fue una
experiencia muy buena.”

Del proyecto participaron Graciela Capellino, Ignacio Gardey, Silvina
Carelli, Silvia Hernández, Pochi Arrieta, Graciela Hernández, Magalí Obal, Elba
Ferreyra y Sandra Moreno. Maxi Nuñez se encargó de captar cada uno de esos
momentos con sus fotografías.
“La experiencia caló hondo en mí”, dice Sandra y agrega: “He seguido la
historias personales de los boxeadores locales mayores en la revista Entre las cuerdas. Todas me emocionan. No
han sido historias fáciles para ellos y supongo que para los pibes que están
ahora tampoco. Sé que por un ratito -cinco, diez minutos- con nuestros cuentos ellos
se divirtieron e imaginaron.”
Días atrás el encuentro fue en la Biblioteca. Guiados
por Magalí Obal conocieron los distintos sectores -muchos de ellos nunca habían
estado allí-, se vieron -divertidos- en la tapa del último número de Entre las cuerdas que exhibía el
revistero y terminaron en el patio, sentados en alfombras, en una hermosa
noche, riéndose a carcajadas con la película que se proyectaba en la pared.
El año que viene -aseguran- continuará este gran proyecto con el que
todos están felices.